lunes, 18 de abril de 2011

Maritza

Cuando Maritza fue hallada, se encontraba tendida en el piso de asfalto, tenía un agujero en la frente por el que la huella de una bala había dejado un hilillo de negra sangre que caía hasta el suelo, Maritza tenía ocho meses de embarazo cuando fue asesinada por robar su cartera o al menos eso pensó el patrullero que encontró su cuerpo aún tibio, en su vientre se percibían cada vez más lentos los latidos de una nueva vida que de ser atendida a tiempo podría salvarse.


***

¡¡Mierda y mil veces mierda!! ¡¡¡Desde cuando tengo que realizar yo una cesárea a un cadáver!!!” – Rezongaba con enfado el médico cirujano, aunque se negara admitirlo, en el fondo sabía que contando con suerte el pequeño bebe alcanzaría a sobrevivir, la ambulancia había llegado con suficiente tiempo para recoger a Maritza quien yacía inerte en la mesa del quirófano en espera de que el fruto de sus entrañas surgiera con la misma vida que a ella le faltaba.

En los milagrosos designios del destino Maritza había engendrado desde la muerte a un hermoso niño de buen semblante que a pesar de iniciar en cuidados críticos se recuperaba rápidamente como si la ausencia de madre desde antes de nacer no hubiera afectado en lo más mínimo su desarrollo.

“Según entiendo la madre no ha sido identificada” – Comento una enfermera a otra mientras atendían al bebe.

“Así es, Maritza es el nombre de la madre del patrullero que encontró el cuerpo, la señora murió hace más o menos un año en una forma muy parecida a como encontraron a la mamá de este bebe” – respondió la otra enfermera.

“¿Pero la policía no tiene ninguna pista?”

“Ninguna, no hay denuncios de desapariciones de mujeres embarazadas, ni las huellas dactilares, ni el ADN han ayudado a identificar el cuerpo”

“¿Y entonces cual será el destino de esta criatura?, mira al pobre, en estos momentos no sabe que su nunca va a conocer totalmente su origen, y sin embargo es de los más fuertes y sonrientes de la salacuna”.

La otra enfermera respondió como atendiendo a sus conversaciones de rutina: “Supongo que el área de trabajo social se encargara de él, lo pondrán en una casa del estado o si tiene más suerte de la que ha tenido hasta ahora podría ser rápidamente adoptado”.

Las proféticas palabras de la enfermera se materializaron ya que en poco tiempo el hijo de Maritza fue adoptado en el seno de una amorosa familia.

***

Martín corría por las oscuras calles, sentía como el latido de su propio corazón rebotaba en sus oídos ensordeciendo los demás sonidos de la calle, las escenas de la noche transcurrían de forma incesante en su cerebro como si todos los recuerdos de lo acontecido, pujaran por ocupar el primer lugar de sus pensamientos, recordaba la imagen de Carmen que inexpresiva caía al suelo como si no hubiese sentido la llegada de la muerte y simplemente se hubiese marchado de este mundo sin darse cuenta.

Palpo en su bolsillo, aun tenía los billetes, era más dinero que el que podía haber reunido en un año de trabajo, instintivamente decidió deshacerse del revólver y por eso lo arrojo al fondo del primer caño de aguas negras que cruzo en su camino, seguía corriendo, no podía evitar pensar en Carmen y en don Guillermo, toda la historia acababa aquí y él no sabía qué era lo que debía hacer.

Llevaban poco más de un año viviendo en la ciudad con Carmen, motivados por el hambre habían llegado del campo con el sueño de una mejor vida, ubicados en un barrio marginal y enfrentados a la posibilidad de conseguir un empleo decente, Martín había terminado por unirse con una banda de ladrones con la mala suerte que el revólver que le habían facilitado para amenazar a sus víctimas se había disparado accidentalmente y habían terminado asesinando a una anciana señora, que resulto ser madre de un patrullero de policía.

Por esa razón se alejo del grupo delincuencial, sin la intención de contar a nadie lo sucedido, incluso había escondido el revólver en un lugar donde Carmen no lo pudiera encontrar, desde entonces se había dedicado al reciclaje aunque no tenía la capacidad de dotar a su esposa de los elementos mínimos para una vida digna, en ocasiones incluso no comprendía como su Carmen hacia alcanzar el poco dinero que él llevaba a casa.

Pero esa precisa noche recuerda que todo sucedió muy rápido, Carmen lo esperaba nerviosa en la casa, Martín escuchaba como su esposa le relataba que el hijo que esperaba no era de él, sino del Señor Guillermo, el hombre para el que ella trabajaba como empleada del servicio algunos meses atrás, a pesar de que tuvo que dejar ese empleo por el embarazo el señor Guillermo había seguido ayudando pródigamente a Carmen, lo que les había ayudado a solventar su difícil situación.

Martín sintió como su cabeza se llenaba de sangre, mientras hacía caso omiso a la razón y sin escuchar las explicaciones de Carmen tomo el revólver del lugar donde lo tenía escondido y salió en dirección a la casa del Señor Guillermo, Carmen salió corriendo tras de él, sin reparar que no llevaba encima nada que la identificara.

Una hora más tarde Martín golpeaba incesantemente la puerta del señor Guillermo y cuando éste abrió, se encontraba semidesnudo y agitado, Martín le apunto con el revólver directo a la frente, cegado por el dolor exigía la presencia de la esposa de Guillermo, intentando encontrar alguien con quien compartir el sentimiento de la traición causada, pero no alcanzaba a comprender que estaba pasando cuando del cuarto principal salió otro hombre que preguntaba que estaba pasando.

Martín seguía recordando las explicaciones de don Guillermo sobre la fecundación in vitro y el alquiler del vientre, admitía que no entendía bien el asunto, ya que su mente se debatía entre la confusión sobre la orientación sexual de don Guillermo y el dolor de la traición que ahora no lo parecía tanto, no recuerda exactamente como trascurrieron las cosas pero recordaba el ruido de las sirenas mientras corría por las calles, también recordaba haber cambiado de rumbo varias veces girando en cada esquina y aun sin explicarse bien, estaba de nuevo en la ruta hacia su propia casa.

Tampoco recuerda claramente porqué se encontró a Carmen tan lejos del barrio en que vivían, ella en pijama le explicaba que solo lo había hecho por el dinero, pero que don Guillermo era homosexual y todo había sucedido en una clínica de fertilidad, mostraba a Martín un fajo de dinero que había ahorrado. Sin embargo en el recuerdo de Martín el eco de sus propias palabras era lo único que le resonaba en el oído:

- “Prefiero saber que me fuiste infiel a aceptar que estas esperando el hijo de un marica”

Con los ojos cerrados y saturado por la ira que lo dominaba, apretó el gatillo, recordaba un ruido sordo que cortaba el silencio de la noche y al abrirlos contemplaba el rostro inexpresivo de Carmen y de nuevo los recuerdos volvían a su mente en un orden confuso, Martín seguía corriendo y pensando, no sabía si instintivamente había tomado el dinero y había huido como un vil ladrón, por eso se detuvo en la mitad de la calle para verificar sí aun lo llevaba en el bolsillo, en ese momento de la nada surgió un vehículo que no alcanzo a frenar y cegó la vida del excitado homicida.

***

- “Es el segundo cuerpo sin identificar que encontramos hoy” – Dijo un patrullero a su compañero

-“Al parecer este fue atropellado por un carro fantasma, pero al parecer fue un accidente, mira que montón de dinero lleva en los bolsillos, o sea que descartamos la idea de un robo” - Repuso el otro patrullero – “Diré en el reporte que se llama Francisco como mi Abuelo, a él lo atropello una moto hace bastantes años”.

- “Sabes esa costumbre tuya de colocarle los nombres de tus familiares muertos a los cadáveres no identificados es un tanto macabra…”

***

Al no aparecer nadie que los reclamara, los cuerpos sin vida de Carmen y Martín fueron enterrados en tumbas sin nombre muy cerca el uno del otro para toda la eternidad.