lunes, 28 de diciembre de 2009

La poción


Él sabia que era diferente, lo supo desde que llego a la adolescencia, mientras todos sus compañeros del colegio se reunían en cualquier calle del barrio a jugar un picadito de banquitas, él prefería quedarse en casa ayudando a su mamá con las labores de la casa en especial la cocina cuya magia de olores y vapores le producía cierto místico encanto.


Releía aquel libro viejo que se robo de la biblioteca del colegio donde un hechicero preparaba mágicas pociones con humos de todos los colores, el viejo libro se había desgastado en sus manos ya que nadie del colegio lo había mirado en años y se imaginaba allí en la cocina de su madre preparando pociones mágicas, que lo convirtieran en duende u ogro y de esa manera sentirse especial.


A pesar de los constantes reclamos de su padre y las burlas de sus compañeros, que de vez en cuando le llamaban maricón, sabia que era especial, sabia que eso le podía a ocurrir a él, el más común de los mortales, tantos libros y películas que había leído y visto en la vida no podían equivocarse.

Una noche en que sus padres se iban a un comida fuera de casa el se quedo solo, había sido victima de las humillaciones de sus compañeros, y ese día se sentía particularmente diferente a los demás, ni menos ni más, simplemente distinto, así que decidió buscar el viejo libro que había robado de la biblioteca y preparar una poción que le permitiera volar hasta el mundo mágico a donde con seguridad pertenecía.

Con la presteza de quien ha preparado mil veces la receta, arranco pelos al gato de la casa y plumas a las gallinas del solar, un poco de ceniza y a falta de aliento de dragón cambio este ingrediente por cebolla cabezona argumentando que no afectaría el sabor, cuando el vapor del primer hervor alcanzo el techo de la cocina lo dejo reposar al aire sereno de la noche por un par de horas, antes de beberlo hasta el fondo y sin dudarlo un segundo.

Su cuerpo se estremeció cuando la mágica poción descendió por su garganta, tenía un sabor desagradable, a grasa, perfume y detergente, para cuando llegó al estomago, él convulsionaba en el suelo mientras destellantes luces de colores le cegaban los ojos, sentía un dolor inmenso salir de su vientre hacia todo su cuerpo que poco a poco se iba paralizando hasta quedar totalmente inconsciente.

(…)

Cuando despertó, se sintió diferente, no como se había sentido siempre, esta vez era real, sus brazos eran enormes y la piel de su rostro había perdido esos ligeros defectos de la adolescencia, era mas alto, mas fornido y el lugar donde estaba era un bello jardín cubierto de flores de mil colores, aunque el sol brillaba con fuerza un suave rocío cubría las plantas mientras un aire fresco le agitaba el ondulado cabello.

Recorrió el lugar, mientras pensaba para si, que la poción había resultado efectiva, que era el poderoso hechicero con quien siempre había soñado, y en su viaje descubrió coros de ranas, cascadas de miel y oro, arboles mágicos que conceden deseos y mil maravillas más. Tras varias horas de caminar deslumbrado por aquel mágico lugar diviso una silueta humana.

Era un hombre desnudo que se bañaba en un lago rodeado de piedras redondeadas, lo veía de espaldas, unas espaldas anchas y una cintura firme, con unos brazos torneados y músculos firmes, el conjunto en si era bello y él se siguió acercando a contemplar este ser que le generaba una magnética atracción, el hombre volteo a verlo y con una sonrisa que hizo parecer gris al radiante día lo invito a unirse a su baño.

El rostro de aquel hombre le pareció familiar pero sumamente atrayente, y pese a los temores y la discriminación de sus compañeros, sabia que en aquel lugar todo era perfecto, se acerco al hombre y descubrió que podía caminar sobre las aguas, se sentía atraído por esa sonrisa que paso a paso lo unió con aquel desconocido en un poderoso beso, que lo dejo sin aliento y muy pronto sin sentido a causa del placer.

(…)

- “Su hijo se ha intoxicado, no es nada grave, que se tome estas pastillas hasta que se sienta mejor, es posible que incluso hasta haya tenido alucinaciones”, fue la prescripción del medico.

Para todos fue una simple intoxicación por andar experimentando en la cocina, pero para él la visita al mundo mágico donde se despertó su sexualidad era bastante real, ahora sabia por que era diferente.

martes, 1 de diciembre de 2009

Pachabuco

Pachabuco es un travieso espíritu de la selva que habita en ella desde que el tiempo tiene memoria, se divierte robando maíz y fermentando la chicha de los humanos, pero se esconde de los ojos de los hombres disfrazándose de armadillo, hicotea o guacamaya tricolor.


Los hombres quieren a Pachabuco porque los hace reír, y Pachabuco también es feliz, es cómplice del amor y cuando una pareja desea estar junta, arma lechos en la selva, acolchados con pétalos de miles de orquídeas, armoniza coros de ranas doradas (Que son las que mejor cantan) y trae enjambres de luciérnagas que juegan a ser las estrellas en las noches de lluvia.

Cuando dos seres se compenetran producen una música celestial que irónicamente los humanos son incapaces de oír, Pachabuco entonces va a lo profundo de la selva y extrae lianas de un árbol tan desconocido que aun no tiene nombre, con ella produce un cordón mágico e invisible con el que ata los pies de la pareja toda su vida, entre el gorjeo de loros y gritos de monos aulladores se escucha a Pachabuco reír.

Los caciques de los hombres dan ofrendas a Pachabuco, saben que adora la miel negra de caña y por lo tanto le dejan copas de oro adornadas de esmeraldas rebosantes del dulce néctar, Pachabuco lo bebe totalmente (aunque pelea por él con las hormigas) y utiliza el oro para dar brillo al sol, muele las esmeraldas y con el polvo pinta las hojas de la selva.

Un día Pachabuco observo desde el monte unos hombres de extraña vestimenta llegar al mundo de sus amigos humanos, traían objetos que producían ruidos ensordecedores, tomaron todo el oro, las esmeraldas, se llevaron a los hombres e incendiaron la aldea, desde entonces no hubo más música, mas ofrendas, ni más risas.

Pachabuco se refugió en el fondo de la selva donde durmió por casi 500 años, desde la rama del árbol donde estaba durmiendo, escuchó las luchas de la conquista y la colonización, gritos de independencia, guerras civiles, asesinatos de caudillos, secuestros y conflictos armados.

Un buen día Pachabuco escucho de nuevo la música celestial que solo dos humanos compenetrados pueden producir pero que son incapaces de escuchar, Pachabuco despertó y corrió en busca de los amantes, creyó en el regreso de sus amigos humanos pero cuando llegó se sorprendió, en vez de encontrar un hombre y una mujer encontró a dos hombres entregándose mutuamente su amor.

Pachabuco giro la cabeza y escucho de nuevo la música que llevaba medio milenio sin oír, solo lo pensó un instante y fue a lo profundo de la selva y extrajo lianas de un árbol tan desconocido que aun no tiene nombre, con ella produjo un cordón mágico e invisible con el que ató los pies de la pareja toda su vida.

Miles de gritos de Guacamayas Azules y Rojas, Cantos de Ranas y Chicharras, Aullidos de Monos y loros, la selva entera escucho de nuevo a Pachabuco reír.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Ohh fantasma








El agua del pequeño charco salpico bajo los pasos de aquellas botas grises que cruzaron corriendo, iba totalmente cubierto con ropa que le protegía de la lluvia torrencial, una capota le cubría la cabeza y una bufanda parte del rostro, suerte que prácticamente la única parte del cuerpo que quedaba descubierto eran sus ojos.




Corría aprisa huyendo de la lluvia, cargaba un ramo de rosas blancas envueltas en un papel igualmente blanco, las luces de la calle que se reflejaban en las multitudinarias gotas de agua cayendo, parecían opacas bajo la fuerte llovizna, tras cruzar frente al portal de una casa tropezó con Braulio.




(…)




Braulio colocó la rosa blanca en un jarrón con agua, el extraño que había tropezado con él la había dejado caer y Braulio la recogió, recordaba los ojos del extraño, un tanto siniestros, un tanto melancólicos, pero que resultaban insoportablemente familiares.




Esos ojos traían cierta sensación de algo pasado, como si la mirada de ese ser anónimo penetrara dentro de si y sacara de su alma algún profundo y enterrado dolor.




(…)




Pasaron los días y la rosa blanca poco a poco se fue marchitando, pero su presencia era el infatigable testigo del abrupto encuentro de aquella noche lluviosa, Braulio se esforzaba por recordar quién podría ser aquel extraño individuo que le resultaba tan familiar, e incluso un par de veces creyó verlo en la calle mientras el cruzaba en vehículo, pero a la vez parecía que era fruto de su imaginación.




(…)




La noche en que decidió arrojar aquella rosa ya marchita, sintió un escalofrío recorriendo su espalda, observo la ventana y allí tras los cristales se encontraban esos ojos observándole como la noche de la lluvia, en el medio del frio de la noche, el individuo había regresado.




Braulio salió a hablar con él, pero el enigmático personaje empezó a correr, Braulio lo persiguió dispuesto a salir de dudas, lo observaba correr a medida que lo alcanzaba, un poco más delgado y más bajo que él, mucho más robusto en contextura, y una extraña familiaridad en la forma de huir.




Cuando le dio alcance y lo tomo bruscamente del brazo, giro la cabeza y esos miraron profundamente a Braulio, un extraño recuerdo se apodero de él, de un juego con muchas risas, de una época muy feliz, el individuo se aprovecho del descuido de Braulio, se quito un collar que pendía de su cuello y lo arrojó a Braulio para luego desaparecer entre las sombras de la noche.




(…)




Junto al jarrón con la blanca rosa marchita, Braulio deposito el collar, este poseía un dije tallado, era un delfín, evocaba en Braulio una larga caminata por la playa, y difusas fogatas en la compañía de alguien muy agradable y sintió demasiada tristeza de no haber vivido nunca algo así.




Se retiro a dormir temprano y soñó con la lluvia, con las rosas, con el juego, con la playa, con el delfín y con el extraño, en su sueño, el día radiante repentinamente se volvía oscuro y un grito de dolor inundaba el espacio, recordó guardar cosas en un baúl gris mientras lloraba, despertó asustado con la sensación de haber visto el baúl del sueño en alguna otra parte.




(…)




La madre de Braulio no pudo ocultar su asombro y su disgusto al observar el collar que se hallaba bajo el jarrón con la rosa blanca marchita, vocifero y amenazo a su hijo si intentaba bajar de nuevo al sótano.




Braulio no recordaba haber querido bajar al sótano en mucho tiempo, igual allí no había nada que fuera de su interés, pero la reacción y el reclamo de su madre le causaba demasiada curiosidad, así que aprovecho el primer momento en el que se encontraba solo en la casa y bajo al sótano para descubrir allí el baúl con el que había soñado, trato de abrirlo pero se encontraba cerrado con llave.




(…)




Creyó ver por tercera vez a el enigmático ser cuando el bus cruzaba frente al cementerio, bajó del bus y corrió lo más aprisa que pudo, pero perdió la pista cuando se hallaba cerca a una tumba cuya lapida mencionaba el nombre de “Sebastián Perdomo” y debajo tenia la leyenda “Tu recuerdo habitará por siempre cerca de mi corazón, Braulio”, la cosa empezaba adquirir un matiz irracional, Braulio regreso a su casa completamente desconcertado.




LA misteriosa aparición de aquel extraño había alterado su vida, sus sueños y hasta su familia, se sentía furioso al no poder comprender lo que pasaba, tomo el collar con el delfin tallado y lo arrojo contra la pared, el dije de madera se rompió en mil pedazos y dentro de si apareció una pequeña llave, tan pequeña como para abrir el baúl.




(…)




Dentro del baúl encontró cartas, regalos, fotografías y todos los recuerdos de una vida feliz en la que Sebastián y Braulio habían compartido mucho, también encontró un periódico con la noticia de la muerte de Sebastián, quien accidentalmente se había ahogado mientras se encontraba de vacaciones en la playa.




(…)




No sirvieron las múltiples horas de terapia en las que la familia de Braulio intento borrar el recuerdo y dolor por la muerte de Sebastián, ni tampoco el intento de  ocultar toda evidencia de su paso por este mundo, el amor entre ellos fue tan fuerte que Sebastián regresó del más allá, solo por recuperar a Braulio.



jueves, 12 de noviembre de 2009

Arthur y Alexis



Cuando Arthur conoció a Alexis, este último estaba sentado en el borde de una roca contemplando el paisaje, sus alas se veían brillantes aunque maltratadas, en cambio las alas de Arthur resplandecían con un brillo inusual.



- “Que te ha pasado”, pregunto Arthur


- “Me he puesto a correr tras unas luciérnagas y he tropezado”



Las miradas de los dos seres feericos se cruzaron y se gustaron, Alexis sonrió y salto volando a la copa de un árbol, Arthur lo siguió y empezaron a juguetear tratando de acercarse al cielo, a su paso dejaban una estela dorada de polvo de hadas y sus pequeñas risillas resonaban en el bosque encantado, es probable que uno que otro humano las alcanzara a escuchar.



Tras juguetear por un largo rato, se sentaron en el borde de un manantial, donde Alexis le conto a Arthur que le gustaba explorar, conocer nuevos lugares, y que se había maltratado por culpa de su espíritu aventurero, muchas veces había sido recriminado por sus compañeros de la gruta donde había nacido y sabia que si alejaba demasiado su vida se agotaría.



Arthur por su parte, guardaba silencio ante su pasado y su futuro, al contrario de Alexis, era un hada brillante pero de mirada triste, los dos seres se sintieron complementarios y mientras un manto de estrellas cubría la noche, unieron sus vuelos rumbo a la gruta donde Alexis había nacido.



El designio de la diosa fortuna no pudo ser más trágico, al otro día Alexis sufrió un terrible accidente al tratar de tomar el néctar de unas flores que se hallaban cerca al nido de un petirrojo, el pájaro tratando de defender su nido le quebró un ala y Alexis cayo de gran altura, aunque fue una lesión severa estaba vivo y se recuperaría con un poco de cuidado y atención.



Arthur cuidó a Alexis durante su recuperación y en pocos días este pudo caminar pero pasarían varias semanas antes de que pudiera volver a volar, aun así el espíritu inquieto de Alexis no se detenía y de esta manera corría tras los grillos, escalaba las cortezas de los árboles e iba todos los atardeceres a la roca donde Arthur lo conoció.



A pesar de sus lesiones y su lenta recuperación Alexis era feliz pero Arthur se sentía preocupado por él, siempre creyó que el exceso de actividad de Alexis ponía en peligro su vida, Arthur andaba pendiente de mantener su brillo y por eso pocas veces se daba a la aventura, en más de una ocasión se enfrentaron debido a que Arthur impedía que Alexis se aventurara mas allá de lo permitido.



Arthur se preocupaba enormemente por Alexis, al punto tal que su cuidado se volvió una obsesión, Alexis no lo sabía pero Arthur había perdido alguien en su pasado y temía que le volviera a ocurrir, su comportamiento obsesivo acorralaba a Alexis quien en ocasiones pensaba en huir de Arthur.



Una mañana cuando Alexis estaba bastante recuperado, Arthur le corto las alas mientras dormía.

sábado, 26 de septiembre de 2009

El camino del cielo


La afilada punta atravesó la carne con la misma fluidez con que el sonido cruza el aire; un sinfín de burbujas químicas se agolpaban por navegar en los rápidos del torrente sanguíneo rumbo a un cerebro que se había deteriorado a través de los meses.

Javier sentía cada gota de la droga entrar en sus venas, al principio su atención presente en la jeringa clavada en su maltratada piel le hacia sentir algo de remordimiento por que sabia que se estaba destruyendo a si mismo, pero poco a poco esa sensación de culpa se transformaba en bienestar, los desvencijados muros desnudos de su casa se trasformaban en marmoleas paredes, adornadas con obras majestuosas pintadas por artistas inmortalizados.

Y allí en medio de ese paraíso artificial surgía él, su aspecto era mucho mejor que como lo recordaba Javier, su memoria consciente traía el recuerdo de su pareja agonizante en la cama del hospital, pero bajo la influencia de la droga su pareja se veía ahora de pie, con sus cabellos agitados al viento, lanzándole una sonrisa que iluminaba el espacio, y una mirada que hacia desnudar el alma de Javier hasta encontrar su esencia misma.

La voz que la muerte había silenciado, recobraba la vida e invadía los tímpanos de Javier, era un sonido suave que acariciaba su oído y que lentamente empezaba a subir de volumen hasta convertirse en un grito aterrador y ensordecedor, Javier se tapaba las orejas con las manos y gritaba al tiempo, cerraba sus ojos por que sentía su cuerpo caer desde gran altura, al finalizar la caída, Javier abría los ojos para encontrar de nuevo los desvencijados muros desnudos de su casa.

Solo el cansancio le impedía salir a vender las últimas cosas que le quedaban, a mendigar, o a robar a algún transeúnte desprevenido y así poder comprar un poco mas de elixir que lo llevaba al cielo, al lado de su amado.

Se odiaba a si mismo, eso era evidente, odiaba al mundo, pero sobre todo odiaba el maldito virus que lo había dejado solo en este decadente planeta, odiaba no tener el coraje de clavar un cuchillo en su muñeca y comprobar como el hilo de sangre se convertía en un rio para navegar hacia los brazos del amado ausente.

Sabia que faltaba solo un poco, que la única razón de ser feliz podía estar en algún día terminar siendo apuñalado en alguna calle mientras contemplaba aquellos ojos que de nuevo aparecian llenos de vida, pero cada vez era lo mismo, un despertar en un mundo de miseria, donde por unas monedas conseguía un nauseabundo plato de comida, en una calle llena de basura, donde decenas de personas dormían en el suelo revolcándose en su propia suciedad.

No pocas veces la familia de Javier, algunos de sus más allegados amigos, los organismos de protección social intentaron en vano buscar una alternativa a su dolor, y apartarlo de la droga que tanto daño le hacia, eso creían ellos, Javier jamás permitió que lo desligaran de lo único que en este mundo lo hacia sentirse menos solitario e incomprendido.

(…)

El viento entraba de forma inconstante por la ventana del consultorio, un velo de color verde que trataba infructuosamente de detener los rayos del sol, no cesaba de agitarse y pegarse contra el cabello de Javier, este entre tanto sin prestarle mayor atención, leía por decima vez el resultado de la prueba de VIH, era positivo, su cuerpo transportaba el mismo virus que le estaba arrancando a su pareja de las manos a unos cuantos metros del consultorio donde se hallaba, mudas eran las palabras de aliento que la sicóloga del hospital pronunciaba, su voz se escuchaba a lo lejos como el eco de las voces de los ángeles sobre la tierra…

(…)

Javier no esta dispuesto a dejarse llevar por la enfermedad, su trastornado instinto de supervivencia le obliga a no dejarse ganar, a no ser tan débil como su amado, el no permitirá ser asesinado por un virus, aunque pierda la vida en el intento, en cada viaje a los ojos de su amado, le explica que esta luchando y que solo su recuerdo le permite seguir sobreviviendo.

(..)

Ha tocado las fibras incomprensibles de mi ser, cada uno de sus vellos encaja en cada uno de mis poros con milimétrica exactitud, su muerte solo dejo una pieza incompleta del rompecabezas de nuestras vidas en este mundo, no se si eso es amor, pero nuestras vidas se complementan perfectamente, tanto que no podemos existir de forma individual.

(…)

La madre de Javier espera el cuerpo de su hijo junto a la puerta doble del pabellón de urgencias, Javier, victima de una sobredosis no se dejo ganar de la enfermedad.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Calixto




Mario despertó sobresaltado, sintió que su respiración se entrecortaba y como un sudor frio recorría su espalda, miro el reloj, eran las dos y media de la madrugada, la escasa luz nocturna que entraba por su ventana no era suficiente para iluminar todos los rincones de su habitación, Mario trato de agudizar la vista buscando entre las sombras alguna presencia humana, se sentía observado pero por más que lo intento no pudo ver a nadie más a que a su negro reflejo en el espejo ubicado en una esquina de su habitación.



- “Paranoias mías” – Pensó y se volvió a dormir



Calixto surgió lentamente entre las sombras, contemplaba a Mario dormir y se preguntaba a sí mismo por que se sentía tan atraído por ese ser, al punto tal que en un descuido había cedido a los impulsos de su instinto predador y había despertado a Mario, espero a que este durmiera profundamente, acaricio sus cabellos castaños y luego huyo convertido en niebla por la ventana, sacio su hambre asesinando a un viejo vagabundo que dormía en una acera.



Durante incontables noches Calixto entro a la habitación de Mario con la intención salvaje de tomarlo por el cuello y beber hasta la última gota de sangre de ese cuerpo que le fascinaba, pero siempre existía un extraño poder que lo detenía, perdía valiosas horas, alguna vez incluso llego a entrever las luces del alba, velando el sueño de ese hombre a quien ya había dejado de ver como una presa.



Mario por su parte, pasaba malos días, cansado a pesar de haber descansado toda la noche, se sentía vigilado, había llegado incluso a pensar que era acechado por un vulgar asaltante, más de una vez al despertar trato de explicar porque sus sabanas estaban húmedas impregnadas de un sudor frio, mientras en la ventana abierta de su habitación que él creía haber cerrado en la noche, permanecía un ramo de flores marchitas cuyos pétalos se caían con el helado aire de la madrugada.



Pero una noche, de esas largas noches en las que Calixto se extasiaba en la silenciosa contemplación de su amado Mario, sucedió lo inesperado, un incauto ladrón entro por la terraza a la casa, los agudos sentidos de Calixto siguieron sus temblorosos pasos mientras recorría los pasillos cuando intento entrar a la habitación de Mario, Calixto se abalanzo sobre él, le rompió el cuello y dejo el frio cadáver revolcado en su propia sangre, de la que Calixto por asco no se atrevió a beber ni una gota.



Todo ocurrió en absoluto silencio, Calixto huyo nuevamente convertido en niebla, no sin antes dejar algunas flores marchitas junto a la ventana, Mario despertó al día siguiente, ante el asombro de un asaltante muerto y todo lo legal que esto implicaba, hallo huellas de sangre en el umbral de la puerta y algunas junto al espejo, todo indicaba que esa noche más de una persona había entrado a la habitación.



Calixto tuvo que dejar de visitar a Mario durante varias noches, la policía vigilaba el lugar constantemente, en más de una ocasión sintió rabia por haber sido tan impulsivo y por no haberse deshecho del cadáver, que mas daba, el era un cazador que por primera vez mataba a alguien sin intención de alimentarse, su naturaleza de asesino lo ponía por encima de las leyes humanas, no podía ser juzgado por actuar para lo que había sido creado.



En más de una ocasión pensó en atacar al frágil policía que rondaba las calles aledañas, y que cada tanto iluminaba la ventana de Mario desde afuera con una débil luz de linterna, pero Calixto sabía que era cuestión de esperar para que la policía se cansara de vigilar y poder volver al lado de su amado Mario.



Sabía que Mario estaría allí, profundamente dormido como todas las noches, y un par de semanas más tarde pudo regresar, esta vez junto a la ventana donde solía colocar flores marchitas, encontró un jarrón con flores frescas y una nota que decía:



- “¿Quién eres?”



El condenado inmortal, sintió como si su corazón descompuesto tuviera la capacidad de latir de nuevo, colocó en letras negras su nombre bajo la pregunta, Calixto se extraño ante la vista de su propio nombre, habían pasado décadas sin ver su nombre escrito, salió de la habitación con un sentimiento confuso ante el hombre que confundía sus sentimientos y sacaba dolorosamente a flote el poco de humanidad que le quedaba.



Calixto sintió la ira de no poder tener el control sobre sí mismo, desdeño el hecho de no haber atacado a Mario la primera noche, no es bueno encariñarse con las presas, eso lo sabía, pero enamorarse era un concepto que su mente había dejado de comprender hacia siglos. Y eso lo hacía enfurecer hasta el punto de despertar ese dormido instinto de depredador que durante meses estaba latente luchando por salir, y la bestia surgió.



Esa semana la policía estuvo más ocupada que nunca, los constantes asesinatos en el barrio donde Mario vivía, tenían preocupada a la comunidad, la prensa amarillista acechaba también en espera de capturar al despiadado asesino en serie, se calmo un poco cuando uno de los más veteranos periodistas amaneció degollado y sin ojos en un parque infantil a unas pocas cuadras.



Calixto entendió que las cosas estaban demasiado complicadas y que lo mejor era acabar de raíz con la situación actual, esa noche decidió ir a la habitación de Mario y tomar de una vez lo que por derecho le pertenecía y abandonar para siempre su zona de caza, se vio en dificultades para cruzar y pasar desapercibido ante las rondas policiales y uno que otro automóvil con periodistas noctámbulos.



Cuando llego a la habitación de Mario, se acerco lentamente a él, sintió el impulso de detenerse al ver las flores frescas en la ventana, pero decidió continuar, cuando encontró una nota sobre la mesa de noche aledaña a la cama de Mario:



- “Oración para Calixto: Ángel de mi guarda, mi dulce compañía no me desampares ni de noche, ni de día…”



Mario rezaba todas las noches antes de dormir, invocando la protección de su ángel guardián, el mismo ángel maldito que estaba a segundos de hincar sus afilados colmillos en su cuello.



Mario despertó sobresaltado, sintió que su respiración se entrecortaba y como un sudor frio recorría su espalda, miro el reloj, eran las cinco y media de la mañana, la luz del alba entraba por su ventana, Mario aun adormilado vio una figura humana ser destruida por los rayos del sol, un par de ojos humanos colgaban del espejo del fondo de su habitación, mientras en letras de sangre reposaba un último mensaje:



- “Siempre te estaré observando”.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La búsqueda




Dedicado a Arjuna




Perdió su mirada entre la frontera del deseo desenfrenado y la romántica pasión, esta huyó de si, tras cabellos rubios, labios delgados, cuerpos torneados y una que otra visión prohibida, pero sus ojos se perdieron definitivamente tras de otros ojos que quizás también estaban perdidos.



Perdió su sonrisa en su afán de usarla, se desgasto en tantos saludos hipócritas, en tantos mundos falsos que cuando necesito una verdadera sonrisa ya no tuvo de donde tomarla, pero quizás su más valiosa y sincera sonrisa estuvo atada a una ilusión que ahora también está perdida.



Perdió sus manos en busca de la caricia perfecta, se fueron cabalgando sobre tantas pieles efímeras en los mares de ardientes noches al principio románticas pero que se transformaron en monótonas, para descubrir que antes de perder sus manos nunca necesitó acariciar su propio cuerpo.



Perdió su corazón en la ruleta de la desidia, cuando podía escoger entre él y su orgullo, tantos desengaños le enseñaron a conservar más el segundo que el primero, fue muy tarde que comprendió que valía menos un orgullo intacto que un corazón roto.



Perdió el resto de sí, ofreciéndolo al mejor postor, cambiando sus propias partes por papel y metal y reuniendo cada vez más amarguras en el banco de sus recuerdos e inundando sus arcas del falso valor termino ahogando sus propias alegrías.



Perdió finalmente su memoria y con ella su esperanza, las envió en caminos opuestos al horizonte con la idea de que se encontrarán al otro lado del planeta pero ambas se perdieron por el camino, cuando fueron a entenderlo ya nadie poseía la verdad.



Así el hombre que todo lo tuvo y todo lo perdió, vagaba por el mundo mendigando un poco de sí mismo a quienes todo les había dado, sin nada que perder no tenia motivo para retractarse, un día lo encontró el amor, y el amor le devolvió todo lo que tenía.



Desde entonces los hombres buscan el amor en los otros hombres, que le devuelva las miradas y las sonrisas, que le enseñe con sus propias manos a llegar al propio corazón, sin importar el papel o el metal, siempre que le devuelvan la esperanza y la alegría y colmen su memoria de nuevos recuerdos.



Pero el amor aun sigue escondiéndose dentro del hombre que todo lo tenía y todo lo perdió y que aun vaga por el mundo mendigando un poco de sí mismo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Ganimedes


Ganimedes y Narciso eran quizás los dos jóvenes más bellos sobre la tierra, sus cuerpos labrados por manos del mismísimo Prometeo, resumían en sí mismos la maestría artesana de los dioses, Zeus complacido observaba a estos jóvenes mortales que corrían alegremente por los campos, cabalgaban sobre las colinas o simplemente reposaban bajo el estrellado manto de Urano.

Zeus había concentrado su atención en Ganimedes, en su melena negra desordenada y sus ojos de mirar profundo, le atraía su rostro que estaba empezando a poblarse de una barba adolescente, y su piel que se percibía tersa al tacto. Pero el dios de dioses se veía limitado por una fuerza superior a su poder: Ganimedes estaba enamorado de Narciso.

Ganimedes amaba profundamente a Narciso, cada aspecto de su vida giraba en torno a su amor, todo lo que hacía, todo lo que pensaba, todo lo que decía era a complacer a Narciso, pero Narciso era indiferente con Ganimedes, Narciso solo era capaz de amarse a sí mismo.

Zeus consultó a Atenea, la más sabia de los dioses del Olimpo, Atenea le explico que la fuerza del amor emana de la esencia misma de la vida y que romper la fuerza del amor es romper la vida, Zeus no puede obligara a Ganimedes que lo ame, ese poder no está al alcance de los dioses.

Sin embargo existía una solución, la última flecha de Cupido, logra que un ser se enamore de otro, pero este es un amor pasajero, y la flecha resulta inútil si el objetivo ya está enamorado de alguien más, Zeus arrogante cual dios de dioses, caprichoso cual rey de reyes e incapaz de amar pero no incapaz de odiar, colocó una flecha envenenada en el camino de Narciso para matarlo y así acabar con el enamoramiento de Ganimedes y colocó la ultima flecha de Cupido en el camino de Ganimedes.

La celosa Era, esposa de Zeus, quien silenciosa había observado la estratagema de su esposo, espero a que este dejara las flechas y las intercambio de lugar, con el objeto de matar a Ganimedes.

Cuando Narciso cruzo el camino y fue punzado por la última flecha de Cupido, volteo a mirar y vio a Ganimedes siguiéndolo, pero la última flecha de Cupido se habia desperdiciado; Narciso ya se amaba demasiado a sí mismo y el efecto de la flecha es inútil ante el verdadero amor. Así que Narciso sospecho que la flecha era una trampa de Ganimedes y se devolvió para pedirle que lo dejara y no lo siguiera nunca más, de esta manera Ganimedes no cruzó el camino con la flecha envenenada.

Ganimedes se devolvió llorando hasta el oráculo de la diosa Atenea para pedir consejo y ayuda, y la diosa conmovida le hablo con la verdad, le conto los planes de Zeus y los reveses de Era, y de esta manera en la tierra había una flecha envenenada y que dioses y humanos habían conspirado ante la nobleza del sentimiento del joven Ganimedes.

Ganimedes regreso hasta donde estaba la flecha envenenada, la tomo dispuesto a usarla sobre sí mismo y acabar con el dolor que produce la traición y el desamor, pero Zeus lo detuvo, se acerco a él lentamente y aunque Ganimedes no sentía atracción por el más poderoso de los dioses, se entrego a éste por calmar el dolor del desprecio de Narciso.

Zeus tomo a Ganimedes y luego lo dejó y además arrojo la flecha envenenada al fondo de un lago cercano, el dolor de la venganza y de haberse equivocado mas por dolor que por amor, atormentaba a Ganimedes, quien desesperado perseguía a narciso aun con más intensidad, pidiéndole perdón y diciéndole que la flecha ya estaba en el fondo del lago.

Narciso, molesto por el acoso de Ganimedes se dirigió al lago a recoger a flecha envenenada y vio su rostro reflejado en el agua, su rostro le pareció tan bello que se quedo extasiado contemplándose, cuando trato de abrazar su propio reflejo, Narciso cayó al agua y se ahogo en el lago.

Ganimedes que lo seguía de cerca se arrojó al lago a morir al lado de su amado.

jueves, 27 de agosto de 2009

El negro Jesús María

Tres años, tres meses, tres días y tres horas le llevo al negro Jesús María alcanzar la cima de la Sierra Nevada, y no es que fuera tan largo el camino como el hecho de que cumpliendo con los designios de Cia Petra, la pitonisa más vieja de todo el pueblo de Ciénaga, debía recorrer el camino que desde su pueblo lleva hasta la cima de la sierra nevada.

Cia Petra había advertido al negro Jesús María que el camino del amor era tortuoso y que requería ponerse a prueba, puesto que no había que confundir el amor verdadero ese que emana de dios y que da razón a la vida de los hombres, con la pasión de la carne, esa que se muestra en la tentación y destruye el espíritu.

En la cima de la Sierra Nevada encontraría el negro Jesús María la respuesta de un amor emanado por dios y condenado por los hombres, pero Cia Petra le había advertido que dicho viaje debía realizarse en absoluto silencio, no podría hablar, ni producir sonido alguno que fuera mayor al zumbido de un insecto, tampoco podría ver a ningún ser humano durante el viaje si esto ocurriera por accidente el negro Jesús María debía desandar dos días de su camino.

Fue harto difícil cruzar la gran ciudad de Santa Marta puesto que en las ciudades vive mucha gente, el negro Jesús María veía a tantas personas que desando sus pasos hasta llegar de nuevo al pueblo de Ciénaga, así el negro comprendió que viajando de noche el riesgo de encontrarse con alguien más se reducía pero aun asi fue imposible cruzar la gran ciudad que estaba en el camino entre el pueblo de Ciénaga y la cima de la Sierra Nevada.

El negro Jesús María lloro desconsolado por que su misión no era posible de realizar, lloro tantos días por no poder recuperar ese amor perdido, por ser incapaz de cumplir los designios de Cia Petra y no llegar a la Cima de Sierra Nevada. Y después de tanto llorar sus ojos se secaron y no podía abrirlos porque la arena de las playas le ardía terriblemente, el negro Jesús María había quedado temporalmente ciego hasta que la vida le devolviera todas las lágrimas que había derramado.

Al fin pudo cruzar el negro la Ciudad de Santa Marta y recorrer el camino del literal y adentrarse en la montaña que pronto se cubre de selva, ciego y mudo el negro enfrentó los peligros del mundo salvaje, y cuando presentía la cercanía de un ser humano apretaba sus ojos, los cerraba tan fuerte que en ocasiones le costaba mucho trabajo volverlos a abrir.

Un día en su viaje mientras el negro Jesús María enjuagaba sus secos ojos en uno de los arroyos que desciende por la Sierra Nevada logro ver una serpiente que se acercaba lentamente, habiendo considerado al negro su presa lo acechaba cual hambriento depredador, el negro quiso gritar pero recordó que no debía hacerlo so pena de perder su travesía, de esta manera y muy lentamente el negro empezó a retroceder mientras el cauteloso reptil avanzaba con el mismo ritmo constante con que el negro retrocedía.

Y el negro Jesús María camino cautelosamente hacia atrás sin hacer ruido alguno y la serpiente se arrastro cautelosamente hacia delante siseando y quebrando hojas secas a su paso, y así duraron siete días con sus noches, hasta que en el camino pasaron un nido abandonado con dos pequeños huevos en su interior y la serpiente se entretuvo con una presa mas estática y menos silenciosa.

Durante el camino hacia atrás el negro perdió su ruta original, el camino que subía directo a la cima de la Sierra Nevada, y aunque sabía que debía subir no se atrevía a devolverse al camino inicial para no encontrarse de nuevo con la serpiente de quien había huido de forma tan sabia, el negro entro en el monte, había aprendido a ser tan silencioso que hasta las diminutas hormigas les resultaba difícil percatar su presencia, había aprendido a permanecer inmóvil durante horas e incluso días para confundir a cualquier animal salvaje que se cruzase en el camino.

Así el negro se abrió paso por la selva hasta los helados filos que lo separaban de la cima de la Sierra Nevada, la mala alimentación y el frio de la montaña afectaron la salud del negro Jesús María, quien en su empeño de alcanzar su meta seguía ascendiendo, escalando con sus negras manos cubiertas de sangre, a veces la fatiga y la fiebre le obligaban a descansar por algunos días y aunque su salud no mejoraba, recuperaba las fuerzas y seguía ascendiendo su camino.

Tres años, tres meses, tres días y tres horas tardo el negro Jesús María en alcanzar la cima de la Sierra Nevada, llego medio muerto, con la piel ampollada por el sol y las mordidas de los insectos y la lengua entumida de no hablar, cuando llego a la cima no encontró nada, salvo el viento helado de las cumbres y la fantástica vista del océano que parecía nacer de la montaña.

El negro Jesús María sin fuerzas para devolverse al pueblo de Ciénaga cargando con el fracaso de su misión se arrojó de bruces a morir en la cima que tanto le había costado alcanzar maldiciendo el haber obedecido los presagios de Cia Petra, pocos segundos antes de desmayarse el negro creyó imaginar la sombra de su amado acercándose a verle morir…

El negro Jesús María abrió los ojos y descubrió una habitación pintada de blanco, acostado en una cama y con una bolsa de suero conectado a su brazo vio al fondo al gringo John Steven, el mismo gringo que una mañana había llegado como turista al pueblo de Ciénaga y había pedido al negro Jesús María que lo llevara a dar una vuelta por los manglares en su canoa.

El negro Jesús María se había enamorado profundamente de John Steven y cuando el gringo se fue del pueblo de Ciénaga el negro corrió a donde Cia Petra a pedirle un conjuro o un ritual que trajera de nuevo al gringo a sus brazos.

Cuenta Cia Petra que tres años, tres meses, tres días y cuatro horas más tarde de ese paseo en canoa, el gringo John Steven estando de vacaciones en la Sierra Nevada encontró al negro Jesús María casi muerto en la cima, lo rescató y lo llevo a un hospital de la ciudad de Santa Marta para que se recuperara, cuando el negro despertó le conto que todo lo había hecho por volverlo a tener cerca y así el viaje de tres años, tres meses y tres días del negro había hallado su destino.

El gringo John Steven enamorado del Caribe y del negro Jesús María se quedo a vivir para siempre en el pueblo de Ciénaga.

martes, 11 de agosto de 2009

El fin de una era


Aquel viejo mundo, había analizado e interpretado la consigna que durante siglos había regido la sociedad “Amaos los unos a los otros”.

El hombre que era incapaz de amar había aprendido a comprender las pasiones de los hombres pero sin poder sentir ninguna, durante muchos de los años de su vida se sentó cada mañana a leer el oráculo ancestral que día tras día repetía la única ley que regia aquel mundo “Amaos los unos a los otros”.

Por una sola vez y como un rápido parpadeo la consiga cambio “Amate a ti mismo” y luego volvió a anunciar el sortilegio que ha repetido durante mas de dos mil años.

El hombre que era incapaz de amar se levanto y se dirigió a la ciudad, avanzó pausadamente mientras intentaba asimilar el hecho de que su labor de tantos años por fin había terminado, cuando cruzo las puertas de la ciudad, que en otra época constituían una línea de defensa contra el odio enemigo, ahora recibían con los brazos abierto a los extranjeros que llegaban a dormitar en su seno.

El hombre que era incapaz de amar se acerco a la casa del hombre que todos amaban y le dijo:

-He venido aquí porque nuestra era está llegando a su final, durante tantos años he escuchado y analizado la consigna del oráculo hasta el punto de perder todo el sentido y significado para mí, durante mi infancia sentí el llamado del oráculo y escuche una consigna diferente por una primera y única vez, tarde 100 años en interpretar la frase y supe que nuestra razón de ser en este mundo estaba a punto de completar su misión, a los 100 años la consigna volvió a cambiar de nuevo por una única vez y tarde 50 años en comprender que la era del cambio estaba lista pero aun no había llegado el indicado para forzar el fin, ayer se cumplieron los 50 años y hoy la consigna cambio para indicarme que tú eras el que estaba listo para cerrar nuestro ciclo.

Una corriente fría recorrió ascendentemente la espalda del hombre que todos amaban, la noche anterior había soñado con una ofrenda que le era entregada en un lujoso y adornado paquete y dentro tenía un vulgar cuchillo oxidado con el tiempo.

Las palabras del hombre que era incapaz de amar eran la confirmación del premonitorio sueño y ahora el hombre que todos amaban debía cumplir con su destino que a la vez era su propio fin.

- “No es posible que lo logre solo, debo llegar hasta el nacimiento del rio que nos proporciona la vida y la capacidad de amarnos y luego requiero detener su cauce”. Inquirió el hombre que todos amaban.
- “Debes tomar la fortaleza de aquellos quienes te la quieren otorgar y despojarla de quienes no la tienen” musito el hombre que era incapaz de amar.

Una línea fragmentada cruzo de lado a lado el espejo que en el que el hombre que se amaba a si mismo utilizaba para contemplarse, su rostro que a la luz de sus ojos era el mas bello de los rostros mortales, ahora aparecía descuartizado, con un dolor intacto, Una lagrima rodo por la mejilla del reflejo que volvió a fragmentarse, mientras el hombre que se amaba a si mismo comprendía que el dolor es inútil y debía dar paso a la ira, se arrojo contra el espejo y los trozos del mismo se vieron reflejados en la sangre que poco a poco cubría el suelo.

Así el hombre que se amaba a si mismo fue absorbido por el hombre que todos amaban y este adquirió la autoestima para ir al nacimiento del rio de la vida.

El hombre que amaba a alguien, tomo el único sorbo de su copa de vino cuando vio delante de si, al hombre que todos amaban, se levanto en silencio y sirvió otra copa para el recién llegado, y saco de su pecho una cadena al final de la cual colgaba un pequeño frasco con un mortal veneno, lo vacio en su propia copa y brindo por el fin del tiempo.

Así el hombre que amaba a alguien se entrego al hombre que todos amaban y le dio el poder de sacrificarse a si mismo por lograr su objetivo.

Cuando la lluvia se detuvo el hombre que no amaba a nadie salió de nuevo a recoger caracoles y cangrejos que habían salido a beber con la lluvia, pero no encontró ninguno vivo los fragmentos de sus caparazones se encontraban dispersos formando un rustico camino hasta el pozo de donde salían cuando llovía, el hombre que no amaba a nadie camino irasciblemente hasta el borde del pozo donde vio su reflejo convertido en dos y luego una serie de pequeñas burbujas que competían salvajemente por alcanzar la superficie mientras la luz del pozo se hacia cada vez mas pequeña.

Así el hombre que no amaba nadie fue absorbido por el hombre que todos amaban y adquirió el coraje que necesitaba.

El hombre que todos amaban llego frente a la casa del hombre que amaba a todos, pero la casa estaba convertida en un pilar de cenizas, el hombre que amaba a todos había decidido abandonarse a si mismo al corazón de las llamas antes de ser absorbido por el hombre que todos aman.

Así el hombre que todos amaban perdió la bondad necesaria para retractarse de sumisión.

El hombre que todos amaban y el hombre que era incapaz de amar emprendieron la marcha al nacimiento del rio de la vida, llegaron a la orilla del rio e iniciaron su marcha, donde las aguas de un cristalino profundo se transformaban en un atormentado color sangre y la maternal y protectora naturaleza, se convertía en un desolado y hostil paraje.

Sufrieron los tormentos de un pesado viaje, lucharon contra los elementos y caminaron hasta que sus pies sangraron, pero la voz del oráculo que era tan imperceptible en la desembocadura del rio, sonaba con demasiada fuerza al acercarse al nacimiento repitiendo su presagio innegable “Amaos los unos a los otros”.

Cuando encontraron el nacimiento del rio de la vida, el lugar donde ningún otro hombre había llegado antes, hallaron una sección de roca en la cual había una pequeña grieta por donde brotaba sangre que más adelante se convertía en agua, demasiado pequeña para que entrara un hombre pero lo suficiente para introducir la cabeza en ella.

El hombre que todos amaban, se acerco al manantial y bebió un poco, su sabor era tibio y poco agradable, parecía imposible de creer que el agua que había apagado la sed durante toda una era a toda una civilización tuviera un sabor tan desagradable y de mal gusto.

Se levanto e invitó al hombre que era incapaz de amar a que bebiera un poco de la sanguinolenta fuente, cuando el hombre que era incapaz de amar se acerco al borde de la grieta el hombre que todos amaban saco su espada y corto limpiamente el cuello del hombre que era incapaz de amar.
La cabeza del hombre que era incapaz de amar rodo por el suelo y su sangre se confundió con la sangre del manantial que brotaba de la tierra.

El hombre que todos amaban despedazo el cuerpo del hombre que era incapaz de amar y con los trozos de su carne cubrió la grieta hasta evitar que el líquido sanguíneo saliera, el desolado paraje muerto recobro la vida mientras el hombre que todos amaban aprendía el valor del egoísmo.

A partir de ahí el oráculo ceso de proclamar la consigna y su voz se silencio para siempre.

El hombre que todos amaban camino nuevamente aguas abajo mientras descubría como el rio de la vida se secaba rápidamente y dejaba a su paso la mancha escarlata de su último brote, el hombre que todos amaban murió de cansancio y de sed mucho antes de llegar a su casa.

Una nueva era había comenzado…